Tu figura soñolienta y agonizante plasmada en el colchón, tras la enfermedad que opaca una luz de neón en medio de cuatro paredes, un montón de libros viejos y ropa desordenada. Allí estas tú, descansando como si nunca lo hubieses hecho ó tal vez muriendo, ¿Quien lo pudiera decir? ¿Un médico pesimista? No me gustaría, pues si es asi, este sadismos que siento al escribir de ti podría desaparecer o incrementar para desgastarme y desaparcer junto a este lapiz y papel que me tienen atado la vida desde la infancia y que nunca he soltado ni siquiera en vacaciones.
Hablando de ti... Voy a seguir hablando de tu cuerpo perfecto y desperfecto; de lo triste de la realidad que nos está cubriendo, y sin ninguna otra acotación que deje mi corazón casi muerto, quiero dejar plasmado irremediablemente mi sentimiento y real amor de esta unión de sangre y sudor que un día glorioso comenzamos y que nunca jamas podrá terminar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario