Ir en una búsqueda desesperada de
saber quién eres, tiene sus riesgos; tienes que actuar con prudencia, a veces
no aferramos tanto en la búsqueda que descuidamos a nuestros seres queridos y
estos llega a darnos por muertos si la calidad de su amor no es tan buena, de
lo contrario nos recordaran siempre. Para conocerse no es simplemente hacer uso
de la mente, es mezclar a esta el espíritu y el corazón y juntos buscar primero
y aceptar que todo lo que está afuera es un reflejo de lo que queremos
realmente, ahora bien si el medio nos desagrada tenemos dos opciones: la
primera, trabajar internamente para poder vivir en armonía dentro del medio en
que te encuentres; y segundo, derribar ese obstáculo tan deprimente de estar
anclado en el mismo sitio sin futuro, tu meta es avanzar hasta el final, ganar
y darte cuenta de que lo has hecho con mucho esfuerzo y sentirte orgullos por
ello, sin arrepentimientos.
Todo implica a su vez, que tienes
que ser más de lo crees ser, al menos en
cierta medida, y vista desde el otro lado, que las cosas por sí solas no tienen
ser, pues a estas hay que darle sentido en existencia y eso es lo que realmente
haces cada vez que te analizas y comprendes mejor las cosas, y actúas para que
mejoren o para mejorar personalmente.
¿Cómo sabes que estás haciendo las cosas bien? Solamente cuando actúas dentro de los parámetros legales y sin lastimar a nadie a tu alrededor, lo más que puedes hacer es que te envidien por ir en busca del éxito que llama a las puertas de todos y que pocos le hacen caso o cuando lo ven lo ignoran, y después se están quejando de que son unos miserables y de la vida les ha hecho una mala jugada.
Cuando te preguntes ¿Quién soy?, puedas contestarte
libremente y sin dudar: soy el rey del mundo, el ser más feliz de este mundo
por comprender que todo lo que gira a mi alrededor esta por mi existencia en
este mundo y seguirá siendo así una vida tras otra, soy victorioso porque
obtuve la pura sabiduría y no me vanaglorio, en pocas palabras “soy feliz”.
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